El pasado mes de octubre veíamos como el gobierno anulaba el impuesto al sol decretado en 2015, el cuál consistía en que los propietarios de una instalación fotovoltaica tenían que hacer frente al pago de una tasa por la red eléctrica general y su mantenimiento. Además de eso, se tenían que dar de alta en el registro de productores viéndose así comparados con grandes productores de energía.
Antes y después de la derogación del impuesto al sol
Pese a que el impuesto sólo iba dirigido a los propietarios de instalaciones de más de 10 kW, sus consecuencias se veían reflejadas en todos los interesados en pasarse al autoconsumo eléctrico.
Uno de sus efectos más destacados era la gran cantidad de trámites administrativos necesarios para la instalación y, que a raíz de su supresión, hace que dichos trámites pasen a ser eliminados para las instalaciones de menos de 35 kW, y reducidos, tanto en tiempo como en documentos, para aquellas que los superen.
Otro de los efectos era que la idea de vender el excedente eléctrico producido por las propias placas no era tarea fácil, ya que, en el caso de tener menos de 10 kW, no se cobraba nada y los que tenían más, se veían obligados a emitir una factura. En cambio, a partir de ahora, aquellos que generen un excedente de energía que será devuelta a la red se verán compensados a través de descuentos la factura de la luz.
El futuro del autoconsumo eléctrico
Gracias a la anulación del impuesto hace que el «sueño» del autoconsumo compartido entre vecinos de un mismo bloque se convierta en una realidad, y no solo eso, dicho cambio, unido al actual crecimiento tecnológico contribuye a que tanto, el coste de las propias instalaciones como el precio de mercado de la electricidad, se vean reducidos.
Todo ello, ayuda a que nos sea más fácil y nos haga más conscientes del cuidado del medio ambiente y de que existen otras formas más eficientes de generar electricidad.